PARAISOS DE ASTURIAS: diciembre 2024

Esta iglesia, junto a la de Gobiendes, constituye uno de los escasos ejemplos de templos prerrománicos no promovidos por los monarcas astures.

Fue consagrada al Salvador el 23 de septiembre de 921 y se atribuye su fundación a un presbítero de nombre Juan, según varias inscripciones que se conservaban hasta principios del siglo XX en la iglesia.

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Es, pues, algo posterior al de VALDEDIÓS (enlace a nuestra publicación), con el que le unen diversas afinidades, perteneciendo al reinado de Fruela II de Asturias (910-925). En esos momentos los reyes asturianos ya habían trasladado la corte del Reino a LEÓN (enlace a nuestra publicación), después del fallecimiento de Alfonso III el Magno en el año 910.

Por copias que recogen el texto de perdidas inscripciones, sabemos que sus altares estaban dedicados al Salvador, San Juan Bautista y Santiago, como el vecino templo de Valdediós.

Su estructura arquitectónica presenta similitudes con San Julián de los Prados y su planta responde perfectamente al modelo basilical asturiano. La cabecera tripartita presenta las capillas abovedadas, con las barroteras y placas de cancel que separaban el espacio sagrado, destinado al clero, del de los fieles. Contaba con dos habitaciones o sacristías anexas en los lados sur y norte que no se han conservado.

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Sobre el ábside central se dispone una pequeña cámara a la que sólo se accede desde el exterior a través de una ventana con dos arcos de herradura muy semejante en su concepción al de SANTO ADRIANO DE TUÑÓN (enlace a nuestra publicación). Se trata de una estancia característica de la arquitectura prerrománica asturiana que cumple una función estructural y estética y que también podría haber tenido otros usos como la custodia de reliquias, entre otros.

No todo lo que hoy se puede ver es original: en época no determinada se añadió una sacristía a la nave meridional y luego un pórtico cerrado que se prolongó por todo el lado sur de esta nave. Por otro lado, el incendio que sufrió durante la guerra civil española y las dos restauraciones de que ha sido objeto durante el siglo pasado, aunque no hayan supuesto alteraciones formales, sí han causado la sustitución de elementos primitivos por otros modernos.

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Los huecos practicados en la fábrica para la iluminación interior se basan en, cinco vanos en la pared norte de la nave central y cuatro en la sur.

Dentro de las celosías, solo se conserva la que se situaba en la capilla septentrional de la cabecera, decorada con una roseta central de ocho lóbulos calados. También se conserva, el vano de menor medida de la habitación lateral sur, hoy insertada en el muro de la sacristía.

Otro elemento decorativo es el que forman las pinturas al fresco de las que aún persisten suficientes vestigios en los muros y bóvedas interiores como para forjarse una idea de cuál debió ser su aspecto original.

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Al igual que los elementos pictóricos, este edificio también posee una clara representación escultórica a través de la labra de dichos motivos en las arquerías murales de la capilla central, siguiendo el modelo de SALVADOR DE VALDEDIÓS. Llama la atención la ausencia de decoración de influencia andalusí, existiendo la hipótesis de que esto se debió a una reacción tradicionalista frente a la innovación foránea.

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El templo se convierte en el centro religioso de un territorio por el que, en tiempos de la monarquía asturiana, comienza a transitar el flujo de peregrinos que se dirigen a Santiago a través de la ruta costera del Camino de Santiago. Así hoy, junto con la iglesia y casa rectoral de Santa María de Soto de Luiña (Cudillero), y la CATEDRAL DE EL SALVADOR en OVIEDO (enlaces a nuestras publicaciones) y el Monasterio de San Salvador de Cornellana (Salas), estas dos últimas en el Camino Primitivo, han sido reconocidas como Patrimonio Mundial de la Unesco.

Por último, en torno a la iglesia creció la pequeña población de Quintana, actual capital de la parroquia de Priesca, donde podemos admirar muestras del hórreo asturiano.