SANTA MARÍA DE BENDONES, OVIEDO

Se trata de una de las joyas del prerrománico asturiano, declarado en su conjunto Patrimonio de la Humanidad en 1985. Este edificio tiene un interés especial, debido a que rompe con algunos de los esquemas tradicionales de la arquitectura asturiana, si bien son muchas las dudas que plantea tanto su cronología como su estructura original, pues su construcción no está bien definida en el tiempo ya que no se conserva ningún documento en el que quede reflejado el año de su construcción, pero gracias a su estilo se puede datar dentro de la época del reinado de Alfonso II de Asturias, debido a su gran similitud con otra obra prerrománica del municipio de Oviedo como es San Julián de los Prados. Aun así, el templo se cita en una donación hecha a la CATEDRAL DE SAN SALVADOR DE OVIEDO (enlace a nuestra publicación), por el monarca Alfonso III de Asturias y su mujer Jimena. El texto data del 20 de enero del año 905. La copia original de este documento se ha perdido, aunque figura trascrito en el conocido Libro Testamentorum del obispo Pelayo de Oviedo, antes de 1129.

Incendiada y derruida en 1936, durante la guerra civil, en 1954, el cronista oficial de Asturias y director del Tabularium Artis Asturiensis, Joaquín Manzanares  descubrió sus ruinas cuando ya había sido demolida en parte para construir un templo de nueva planta, lo que evitó su desaparición total. Es él quien realiza los primeros trabajos de conservación y de investigación sobre la configuración de su primitiva estructura arquitectónica. Finalmente, fue reconstruida en 1958 por el arquitecto Luis Menéndez Pidal, tras la que fue declarada Monumento Nacional.

El aspecto actual es el resultado de una larga y polémica reconstrucción de un edificio que fue identificado cuando el alzado conservado no superaba el 50% de la fábrica original y la intervención, en algunos casos sin base arqueológica contrastada, no respetó la dualidad de materiales encontrados entre los escombros, suprimiendo por completo los arcos originales que, según la descripción de los restos, cerraban la bóveda de la capilla central. Presenta, debido a esta circunstancia, aspectos irresolubles, que impiden extraer todo su significado a este enigmático templo.

Tal y como el edificio se presenta en la actualidad, tiene una nave única más ancha que larga, de aproximadamente 7,2 x 11,5 metros, ilumina por medio de cuatro grandes vanos rectangulares con una celosía moderna, dos en cada lateral, dispuestos en la parte superior, y cubierta con una estructura de madera a dos aguas. Una excepción en toda la arquitectura prerrománica asturiana, siendo lo habitual en estas construcciones una cubierta abovedada.

La cabecera está formada por tres capillas de planta rectangular, siendo la central mayor que las laterales. Todas tenían una función litúrgica, y estaban separadas de la nave por un cancel, a modo de barrera litúrgica. Conservan ventanas cerradas con celosía de ejecución moderna, y la comunicación de ellas con la nave se realiza por medio de arcos semicirculares.

En las primeras excavaciones apareció una ventana, formada por tres arcos de herradura sobre columnas y capiteles de pobre decoración y enmarcada en un alfiz semejante al de San Tirso de Oviedo. Se ha supuesto que esta ventana estaba situada en la planta superior de la capilla principal, sobre una cámara supraabsidal sin acceso desde el interior, de la que tampoco quedaban restos y que ha sido añadida en la restauración de Menéndez Pidal, sin ninguna evidencia, imitando la forma de las cabeceras de todas las iglesias del grupo.

A los pies de la iglesia se encuentran tres recintos, también con una función desconocida, que funcionarían a modo de nártex. Se accede al central por medio de un sencillo vano adintelado, y esta sala se comunica con las dos laterales y con el exterior. Estas estancias se iluminan por medio de cuatro ventanas, dos en cada sala, con arcos de medio punto y celosías. Se ha dicho que el central pudo utilizarse como vestíbulo, y los dos laterales quizás se utilizaron para alojar peregrinos. Más probable parece que la estancia situada al sur, entre cuyos escombros apareció la pila bautismal, cumpliese este cometido, mientras que la norte podría ser el lugar reservado a los catecúmenos.

En los costados norte y sur se anexan sendos recintos de planta rectangular, cubiertos con estructura de madera, como el resto de la iglesia. Su función no está clara y ha sido discutida por los diferentes autores, defendiendo que pudieron formar parte de la liturgia.

A pesar de la destrucción de prácticamente la totalidad del edificio, entre los escombros pudieron rescatarse algunas piezas de arte mueble que se salvaron de las llamas. Entre ellos destacar: la mencionada pila bautismal y una mesa de altar, que según algunos autores, se trata de una de las mesas de altar más antiguas del prerrománico asturiano, tan sólo superada por la que puede verse en la iglesia de San Juan de Santianes de Pravia. Pendientes de la bóveda de la capilla central se hallaron anillas destinadas a servir de enganche para lámparas y relicarios, tal y como se documentan en otros templos altomedievales asturianos. La decoración se completaba con pinturas en los muros interiores, de las que han quedado algunos restos en el arco de la capilla de la Epístola así como un zócalo y un modillón, que evocan los frescos de San Julián de los Prados.

Otro detalle interesante y otra de las partes más polémicas de la intervención de Menéndez Pidal, es la existencia en el sudoeste de la iglesia, de una construcción casi cuadrada de la que sólo se conservaban algunos muros de unos 5m de altura, que se ha supuesto serán los restos de una torre, reconstruida de esa forma en la actualidad. No hay ninguna evidencia arqueológica que permita comprobar que la torre llegase a existir. Si fue así, podría ser muy importante si se llegara a confirmar que se trataba realmente de una torre y que pertenece a la misma época que la iglesia, ya que se despejarían las dudas existentes sobre los restos de algunas torres exentas de este tipo en otras iglesias visigodas y asturianas, de las que no se ha podido confirmar que pertenecieran a la misma época que las respectivas iglesias.

Si consideramos que la iglesia original era semejante a la que ha resultado de la reconstrucción, nos encontramos ante una estructura perfectamente encuadrable en el mismo grupo que Santullano y San Pedro de Nora, con una cabecera del mismo tipo que la de ambas, la nave trasversal, de gran altura y con compartimentos laterales, como la nave de crucero de Santullano, y el nártex tripartito de Nora, pero con dos diferencias a analizar: la primera sería el hecho de que sólo estuviera abovedada la capilla central, y la segunda, de mayor importancia, es la no existencia de las tres naves longitudinales (las que se dedicaban a los fieles en el rito español de la época), básicas en el resto del Prerrománico Asturiano.

Es evidente que en la reconstrucción se han incluido una importante cantidad de elementos muy diferenciadores, de los que no existía ninguna prueba de su existencia y, como sucedió también en Santianes de Pravia, quizá excesivamente inspirados en Santullano. En efecto, aunque la planta sea conocida y sobre ella no existan dudas, en su desarrollo en altura hay soluciones de las que, aún pareciéndonos adecuadas, no hay garantía de que existieran en su diseño original, como la cámara que se ha creado encima de la capilla central y la disposición del tejado de las capillas laterales formando un conjunto del testero semejante a Nora y Santullano, los elementos de separación del nártex en tres compartimentos e incluso la torre, todos ellos incluidos en la estructura actual de la iglesia, sin ninguna prueba de que ese fuera su diseño original, aunque también sin pruebas de que no fuera así.

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https://www.centroprerromanicoasturiano.com/es/santa-maria-de-bendones

https://www.arteguias.com/iglesia/santamariabendones.htm

https://www.turismoasturias.es/es/descubre/cultura/prerromanico/iglesia-de-santa-maria-de-bendones

https://es.wikipedia.org/wiki/Iglesia_de_Santa_Mar%C3%ADa_(Bendones)

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SANTA MARÍA DE ARBAZAL, VILLAVICIOSA

La iglesia de Santa María de Arbazal es uno de los pocos ejemplos de construcciones populares del barroco asturiano (siglo XVII). Además, un pequeño edificio, adosado al muro norte y que sirve en la actualidad como almacén de este santuario, es un ejemplo, por el momento único en Asturias, de templo aldeano al servicio de una comunidad campesina de la época de la monarquía asturiana, y aunque carece de elementos directos que permitan su datación, hay que recurrir a la comparación con otros edificios similares altomedievales para situarla en su contexto histórico, entre los siglos VIII y X.

Por dimensiones y factura, Santa María de Arbazal es un testigo -excepcionalmente conservado- de lo que debió ser la red de pequeños oratorios y templos rurales altomedievales, desaparecidos bajo las sucesivas reconstrucciones de épocas posteriores. Se han conservado ejemplos similares en su concepción espacial en los condados catalanes, sobre todo en el Ampurdán (Sant Julià de Boada), y en el Hérault francés, fechados en los siglos IX y X. En el ambiente histórico del Reino de Asturias destacan los paralelos de la CAPILLA DE SAN SALVADOR (MONASTERIO DE SAN JULIÁN DE SAMOS, LUGO -enlaces a nuestras publicaciones-), con idéntica solución para el arco triunfal, y San Román de Moroso o Santa Leocadia de Helguera  (CANTABRIA), fechados en la primera mitad del siglo X, y inscribibles por su escultura arquitectónica a la denominada arquitectura mozárabe leonesa. Todos estos casos son fechables con anterioridad al advenimiento del Románico (hacia 1.070-1.100 en Asturias). La morfología del arco triunfal, de jambas adelantadas, es desconocida tanto en la arquitectura prerrománica asturiana  como en la románica, postulando un primitivismo probablemente altomedieval, pues tal solución no se observa en la arquitectura de época hispano-visigótica, si es que de ésta puede hablarse aún en la Península Ibérica.

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Esa antigua capilla dedicada a San Zadornín o San Saturnino, respetándola, fue creciendo hasta conocerse, ya en época románica, como uno de los santuarios más famosos del concejo, la iglesia de Santa María de Arbazal. Además, en dicho templo se sigue celebrando cada Pentecostés la “Cincuesma”, fiesta que todos los años atrae a numerosos fieles y donde se venera a la Virgen de las Angustias.

Foto de la página: http://www.jmrweb.es/videopaisajes/wp-content/uploads/2019/07/FB_IMG_1567984178275.jpg

La iglesia tiene planta de nave única, la mencionada sacristía adosada al muro norte y un pórtico sobre cortas columnas toscanas que rodea a la iglesia por tres de sus lados (s. XVII). Como prolongación de la portada está la espadaña barroca, de dos huecos y rematada por bolas. Conserva una imagen, en talla policromada, de la Virgen con el Niño en brazos del siglo XIII.

Asimismo, junto al templo, hay una casona, el llamado MESÓN DE LOS CISTERCIENSES, hoy vivienda de uso particular. Construida por los monjes de VALDEDIÓS (enlace a nuestra publicación) en 1649 —según consta en la fachada— para acoger a los caminantes del inmediato Camino Real de la Costa en su peregrinación a SANTIAGO DE COMPOSTELA, sobresaliendo en ella un escudo que, colocado sobre la puerta de acceso, lleva representados una serie de motivos religiosos: mitra, báculo, flor de lis y dos cruces de Calatrava.

Junto con el templo y el mesón se halla otra construcción muy singular, la llamada “CASA DEL RELOJ”, en cuya fachada se conserva un reloj de Sol cuyo pasado y finalidad es un misterio, ya que no se encuentran datos ni archivos sobre ello.

Tras un pasado agitado, lleno de peripecias de viajeros, religiosos y gentes hospitalarias, Arbazal es hoy un pequeño reducto de historia que pocos conocen, cuyas huellas del pasado constituyen un conjunto ambiental y arquitectónico de gran interés, que está incluido en el Inventario de Patrimonio Arquitectónico de Asturias, un lugar con un encanto misterioso donde reina el silencio.

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https://www.asturias.me/patrimonio-religioso/c/0/i/54259657/iglesia-de-santa-maria-de-arbazal

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